martes, 29 de marzo de 2011

Un trago necesario

Teníamos poco tiempo para llegar caminando a la terminal. Podríamos haber tomado algún bondi o el tranvía, pero a veces te lleva más tiempo entender qué tomarte, dónde y qué boleto sacar, que directamente largarte a caminar con el mapa en la mano. En este caso, el camino era bastante simple, así que llegamos a la terminal cinco minutos antes de que saliera el tren de regreso a Heidelberg desde Mannheim. Ante la presión del reloj, nos dividimos tareas: ella fue a sacar el boleto a la maquinola, yo fui a Informes a preguntar desde dónde salíamos. Munidos de dos sánguches y una cerveza, nos acercamos al andén, que era el 10a. No entendimos la parte de la 'a', pero nos subimos porque en un cartel decía que iba a Heidelberg. Arrancó algo demorado y eso nos hizo dudar. ¿Estaríamos en el indicado? El cartel nos decía que sí. Aparte, ya nos dimos cuenta de que tampoco todo es tan puntual ni perfecto. Por ejemplo, buena parte del regreso en tren de Viena lo pasamos en el pasillo porque no había más asientos. ¡Los alemanes también sobrevenden los trenes! Es más, en una estación amagó con no salir por la cantidad de gente que había parada y ofrecieron un regreso gratis en bondi para los voluntarios que bajaran. Obvio que nadie aceptó y al rato volvió a arrancar. Si eran capaces de esas desprolijidades, entonces, ¿por qué no iba a salir 8 minutos tarde? Las vituallas se nos fueron en un suspiro y nos preocupamos luego de pasar por cinco estaciones sin que ninguna nos sonara familiar. Aparte, ni siquiera el tren más lechero logra encontrar cinco estaciones entre Mannheim y Heidelberg. Le pregunté a una de las pocas personas que estaba a bordo si ese tren iba a nuestro destino. Nos miró con compasión y nos aconsejó seguir derecho hasta Karlsruhe, porque era una estación importante y desde allí podríamos encontrar algo de regreso. Las estaciones que pasamos en ese viaje, que duró más de 40 minutos, estaban desiertas, en penumbras, casi nadie bajaba y nadie subía.

"Y si no es el tren indicado, se viene la abenteuer", me había dicho Perez cuando subíamos, con desconfianza, al tren en la 10a. Estábamos en el medio de la aventura, en un tren casi vacío, atravesando pueblos que jamás habíamos visto ni deseado ir, y ninguno de los dos tenía cara de estar pasándola muy bien. Ella miraba por la ventanilla, como esperando una explicación, yo comía castañas de cajú que habíamos comprado 4 días antes en Viena y que habían quedado en la mochila. Estaban húmedas pero era lo único que tenía a mano para calmar un poco la ansiedad. A la hora indicada, 22.40, llegamos a Karlsruhe y nos tiramos de cabeza sobre las carteleras con los horarios. Para esa altura, ya nos habíamos resignado a pasar una noche en el primer hotel que encontráramos, en caso de que no encontráramos la forma de volver. Era probable que hubiera tren a Mannheim, pero suponíamos que allí íbamos a tener que hacer trasbordo y ya no sabíamos si había trenes a Heidelberg a esa hora.

Los carteles resultaron algo incomprensibles, así que abordamos a una mina que estaba en el puesto de informes en los andenes. Cabe destacar que la cabina de informes tenía los vidrios polarizados, es una buena manera de decir "no pregunten boludeces, no me jodan". La mina nos despachó velozmente con un alemán no tan cerrado, pero estábamos algo nerviosos, así que tuvimos que volver unos minutos después a preguntarle qué nos había dicho porque lo habíamos confundido. Nos volvió a señalar el andén 4 y nos dijo que de allí saldría un tren a Praga, cuya primera escala sería Heidelberg. Faltaban 15 minutos para que llegara el tren. Quedaba tiempo para más aventuras. Nos colamos en el baño (había que pagar 50 centavos, no había humor para cumplir con esa regla en una estación casi fantasma) y nos compramos una birrita que tenía 7,5% de alcohol y cuyo logo era un elefante. Eso necesitábamos a las 23 en Karlsruhe: un elefante que tirara cerveza por la trompa.


Durante los primeros minutos en la estación, nos hicimos los guapitos y decidimos no pagar pasaje de vuelta. Cuando faltaban 5 minutos para que llegara el tren, llegamos a la conclusión de que en un viaje internacional, como el que habíamos hecho el día anterior, volviendo de Viena, te piden los pasajes a cada rato. ¿O servirían los que teníamos? ¿O podríamos convencer a un chancho alemán, siempre seco y de uniforme azul, que nos habíamos perdido, que nos pasamos de largo y que no sabíamos que teníamos que pagar de nuevo? La maquinola de los pasajes nos dijo que cada ticket saldría 13 euros. Para sacarnos 26 euros juntos hace falta algo más que miedo a una multa, así que nos fuimos al andén con los pasajes viejos y el empuje que nos daba el elefante. Volvimos a pasar al lado de la señora de los informes, que seguía mirando hipnotizada un monitor, le explicamos que no teníamos cambio para sacarlos en la máquina (qué inverosímiles deben ser esas excusas vistas por un alemán) y nos explicó que podíamos sacar los pasajes a bordo.

El tren era muy retro, como el que habíamos tomado el día anterior, para el último tramo del viaje, y andaba muy rápido. A los 10 minutos apareció el chancho correspondiente, un viejito que gruñó un poco, dijo que no hablaba inglés, se dejó envolver por el discurso algo tarzanesco, pero efectivo, de Perez, nos marcó los boletos y se fue como vino, sin hacer mucho ruido. Con la misión cumplida, esperamos a que el tren llegara, dos horas después de lo planeado, a la terminal de Heidelberg y allí nos tomamos el elefante que nos esperaba para llevarnos a casa.

4 comentarios:

  1. La traducción literal de lo que le dije al chancho sería: "Nosotros tomar tren no correcto. De Mannheim a Heidelberg". Danita, no nos delates!

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  2. Un paseo en tren... solo que el regreso demoro mas de lo previsto, pero un paseo en tren al fin...

    el elefante le gano al chancho.

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  3. Y el elefante estuvo bueno?
    Saludos chicos.

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  4. y si, a mi tambien se me complico con el aleman , y es tan nada de nada lo q se entiende , que claro como nos se iban a perder!!
    igual estuvo bueno no??
    los extraño muchiiiiisiiiimoooo.
    besos

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