martes, 27 de diciembre de 2011

No hay edad para la diversión


Ayer fuimos con Edu, Flaca y Flaquito a una calesita en Paris (muchas son gratis en esta época del año) y ahí descubrimos a esta señora que se subió a un caballito y dio una vuelta. Le tuve que sacar una foto.

jueves, 15 de diciembre de 2011

Renace la esperanza

Llegamos hace un mes a Berlin con el plan de buscar departamento. Vimos varios, convencieron pocos, nos candidateamos a un par. Estuvimos muy cerca de abrochar uno, de una cooperativa de vivienda. Amplio, barato, no muy luminoso, pero es difícil encontrar luz cuando todos los días son nublados y anochece pasadas las 15. Hace un par de días tuvimos una reunión en la cooperativa que pensábamos que iba a ser un preámbulo para firmar contrato. Les mostramos nuestros papeles y nos dijeron que no nos podían tomar como inquilinos porque el reglamento no permite alquilar una propiedad a alguien que no tiene visa definitiva, algo que no tiene ningún extranjero porque siempre te van renovando la visa. Nos fuimos cabizbajos y nos atornillamos durante unas horas para buscar nuevos departamentos y tener más citas. Ayer ya vimos uno, que quedaba medio lejos y, según nos dijeron, en una zona de neonazis. Preferimos un barrio más tranquilo y que no nos obligue a hacer tres combinaciones para llegar. Hay varios para ver el fin de semana. En las próximas horas se confirmará, o no, un nuevo alquiler temporal para que en enero siga la tómbola inmobiliaria. Nos habían advertido que la cosa estaba complicada, pero la verdad que sorprendió la cantidad de gente que va a haber algunos departamentos.

De mientras, El Gráfico que me dejó de regalo el amigo Edu nos contagia un mensaje optimista:


viernes, 9 de diciembre de 2011

Noche en Frankfurt

Este post fue escrito a cuatro manos, luego de una noche de emoción, copas y karaoke, durante la feria del libro en Frankfurt. Próximamente, encontrarán las publicaciones de las que aquí se hablan en las mejores librerías. Pueden ir haciendo sus reservas.

19.05: Llegamos al hotel de nuestro común editor. ¿El edificio es a los hoteles lo que nuestra editorial al mercado? ¿Cón quién habla tanto por teléfono el editor? ¿Con la patrona? Preguntas que nos hacemos mientras esperamos en el hall, hasta que aparece, veinte minutos después. Caminamos unas cuadras hacia la zona más tourist.

19.45: Nos sentamos en un bar, pedimos cervezas y Flammkuchen, como para ir picando algo. Él se asusta ante los copones de medio litro, dice que nunca toma cerveza, que prefiere el vino. Intercambiamos banderines: él nos regala tres libros (las ediciones nos sorprenden por lo lindas, ¡llegaron las solapas!), le entregamos unas masas turcas que trajimos de Mannheim.

19:46: Perez se emborracha.

21.30: El editor se tiene que ir a otra reunión. (¡Cómo trabaja este hombre! Merece un aumento). De cebados que estamos, lo acompañamos aunque tenemos que ir para el otro lado. Nos despedimos.


"Poné cara de escritor en Frankfurt"

Tenemos una manija tal que nos pasamos mucho más allá de la Römmerplatz, donde vamos a encontrarnos con Nacho, un encumbrado ejecutivo del negocio editorial cuya identidad no podemos revelar. Nos perdemos, nos volvemos a encontrar. Llegamos a la pequeña disneylandia medieval para turistas. Nos sentamos en un bar. Pedimos dos cervezas para esperar.

Medianoche: Llegan Nacho y representantes de la industria editorial latinoamericana, todos de nuestra edad o más jóvenes (momento de mini bajón). La camarera avisa que en quince minutos cierran. Nosotros entendemos todo y hacemos de intérpretes. Subidón idiomático. Los quince minutos pasan volando, vienen a echarnos, ayudamos a Nacho y a los jóvenes latinoamericanos a terminar sus cervezas. Cruzamos un puente y estamos del otro lado del río, en una zona de bares. Nacho nos lleva a uno que es para él el mejor bar del mundo. Se llama Dreikönigkeller y, como podemos intuir, es un sótano (keller = sótano). Nos tomamos algunas cervecitas. La música se reduce a rockabilly de los 50 y 60, todos los temas están buenos, no suena ni un hit, pero tampoco hace falta. Tenemos charlas muy profundas con él, con su mujer (amiga íntima de Perez) que llama desde Buenos Aires, por mail con todo el staff de Revista Cotorra y por BBM con @7efes. La felicidad es total.



Tardísimo: Nacho tiene el dato de un karaoke. Luego de un largo viaje en taxi, llegamos al lugar. Parece ser una zona medio fabril. El taxi nos deja ante un portón. Entramos y caminamos por un gran parking al que dan varios edificios bajos. Encontramos una especie de hangar del que sale música. La puerta está cerrada, golpeamos, esperamos. Hace muchísimo frío. Después de un buen rato, nos damos cuenta de que sólo suena una batería. Nacho llama a sus amigos, que nos vienen a rescatar desde otro de los edificios.


El karaoke está dividido en cuartos. El nuestro es el más agitado, por lejos. Hay un cajón de cervezas. La onda es agarrar y colaborar al final de la noche. Perfecto. Los alemanes eligen hits de los 80, un bodrio. La dinámica no termina de convencernos. Se canta mucho en grupo, hay tres micrófonos, no hay un escenario delimitado. Se lee del plasma y se canta. Luego de un análisis a distancia, descubrimos cómo es el manejo del programa de karaoke. Nacho carga Let it Bleed y cantan con Jose, se viven momentos de alto jaggerismo, Perez, gaucha, festeja. Al tercer tema de los Rolling, Perez, que no es precisamente fan, no puede más.




"Keep the Argentines away from the machine", dijo un flaco. Careta. Automáticamente fue bautizado como Chaleco, dada su indumentaria, y fue repudiado en cada estribillo, con diferentes canciones, como ¿Crees que soy sexy? , con la rima "sos Chaleco, sos botón".

Entramos a otras salas de karaoke, a ver qué onda. Eran grupos mucho más chicos, de 6, máximo, tirados en sillones, cantando muy tranqui. No se suponía que pudiéramos entrar, pero estábamos aburridos. En un momento no identificado de la noche, sonó Cuando pase el temblor. Hubo cadena de oraciones para que se despierte Gustavo, y también para que reaccione Zeta. Hubo un Dancing queen, de cuya elección fuimos inocentes, pero de todos modos copamos el micrófono. Jose quiso cargar un tema y, sin querer, sacó el que estaba sonando. Abucheos. Chaleco pone cara de "estos pibes me tienen podrido". Se van los amigos latinoamericanos, nos despedimos con promesas de mandarnos algo por mail. En todas las despedidas del mundo hay alguien que dice "mandame eso". Nacho y Jose vuelven a copar la escena con el cuarto hit rollinga de la noche. Chaleco le pregunta a Perez, incrédulo: "Are you with these guys?" "Yes, in fact, he's my husband", responde ella, orgullosa. En otro momento Jose va a la compu a ver qué está cargando Nacho, que justo estaba tecleando "Ratones". Aparece una chica pidiendo 5 euritos para la birra, le pagamos, clara señal de que hay que irse. Salimos, el frío nos vuelve a sacudir, encontramos un taxista que nos pregunta si somos no sabemos quién, le decimos que sí, subimos, Perez, con la BlackBerry en la mano, acomete la proeza de indicarle al tachero adónde vamos, se baja Nacho en su hotel, abrazo y despedida.

05.00: Caemos en el sillón.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Oración a San Fabián de las Casas



Oh, San Fabián de las Casas,
concédenos sendos hogares
a exseñoM y familia
y a estos fieles.
Y si de paso querés bendecirnos
con tu prosa y tu poesía
te estaremos también agradecidos.
Amén.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Despedida del otoño en Weimar

La última curva del otoño la agarramos en Weimar. Fuimos a visitar a Oli, un primo de Perez, que está estudiando ahí. La noche del sábado hubo que devolver la hora que nos habían dado hace unos meses, con lo cual empezó a oscurecer a eso de las 17, poco más, poco menos.

Weimar es chiquito y tiene un parque gigante, por el que caminamos todo lo que pudimos. Una de las atracciones era la casa de Goethe y el ginkgo, en todas sus formas, texturas y preparaciones, se vendía a lo pavo. O al menos eso intentaban. El museo de la Bauhaus fue la decepción del fin de semana porque era chico y lo poco que exhibía no le hacía honor.


Arte con cebollas en la plaza principal.


Oficina de turismo.


El romanticismo y el bosque.


Cementerio con hoz, martillo y estrella.


Lo que era verde, ahora es marrón. Lo que era marrón, se cayó y es palito.


Acá Perez agrega alguna data: Weimar quedó del lado de la DDR (de ahí la hoz y el martillo) y como todas las ciudades del Este, es más barata que el resto de Alemania. A Weimar, por lo que vimos, van a hacer turismo sobre todo alemanes y de mediana edad para arriba. Pero es una excelente opción para un fin de semana gasolero y bucólico. Oli me ofreció visitar el campo de concentración de Buchenwald, que está muy cerca; decliné la invitación porque justamente quería descansar del horror, a cuyo estudio me dedico for a living. Pero ya lo saben, si quieren seguirle la pista a Semprún, es por ahí.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Tips Cotorra para unas vacaciones en el frío

La momentánea mudanza a Berlín, el frío y la promesa de pronta visita de la Señora @MMDos, me animaron a escribir esta nota para Revista Cotorra, en la que puede observarse la influencia que ejerce sobre mi prosa la Cosmopolitan France, adquirida el lunes en la Gare de Liège - Guillemins, oh, tengo tantas cosas para contarles.

jueves, 3 de noviembre de 2011

No hay que poner todos los huevos en la misma canasta

Eso pensó Martín Redrado y ante el fracaso de sus carreras como político y latin lover, decidió apostar a la publicidad y firmó un importante contrato para protagonizar la campaña de saldos de Tchibo, la curiosa tienda alemana de café, ropa y artículos para el hogar.

Click acá.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Una infiltrada

Se concretó la mudanza de mi laburo a Konstanz. Viajo seguido a esta ciudad que ya estoy queriendo. Imposible no quererla con lo bonita que es. Aunque mi trabajo no queda en la ciudad sino en la montaña.



La bruma al fondo son los Alpes. Los de Heidi y la vaquita de Milka. En la foto casi no se distinguen, pero en los días de sol, como la última vez, se ven los picos nevados. También en vivo y en directo se aprecia el lago. Entre los Alpes y el verde, está el lago.

Vistas desde mi oficina, con y sin Perez:





(No es a mí sola que me quedan mal los vidrios. Debe ser culpa del sarro).

Después de un día de trabajo bastante agitado, mi colega más joven, con la que comparto oficina, y yo, nos apropiamos de nuestro lugar. Tiramos cosas viejas de los ocupantes anteriores, inventariamos (es un decir, no somos tan alemanas todavía) los artículos de librería que habían dejado y nos sentamos un rato ante nuestras compus nuevas. Poné algo de música, me pidió ella. ¿Qué te gusta?, le pregunté. Los Decadentes, contestó. Gloriosa respuesta. La puse al día con los últimos discos de LDA y el discazo solista de Jorge Serrano. Sus temas tan psicológicos y existenciales, no desentonaron para nada con el entorno bucólico e intelectual al mismo tiempo.

Al día siguiente, el contraste fue mayor. Estábamos haciendo un estudio comparativo entre el primer y el segundo video de los Wachiturros y la versión de Pachu Peña, cuando salió el sol y las persianas se bajaron solas. Me asusté mucho y me sentí muy país emergente. También me encontré muy underdressed con mis atuendos invernales, y demasiado abrigada. Cómo le dan a la calefacción los europeos.

También me sentí extrañamente pobre cuando me instalaron el paquete de Office en mi macbook que ya hace más de un año que me regalaron y a la que nunca pude ponerle ningún programa porque son caros. Todo lo que en Argentina me hace o me haría sentir una tilinga, acá ya está re out. No me quejo, nomás les cuento el abismo de calidad y tecnología que nos separa.

Tengo miedo de que alguien se dé cuenta de que soy una infiltrada del tercer mundo fan de Serrano y me manden de vuelta a casa.

lunes, 31 de octubre de 2011

Fotorrepo: Game over, Frankfurt

Esto está pasando hoy en Frankfurt, corazón económico de Alemania y del Munnndo.

Occupy Frankfurt me encontró sin cámara, perdonen la deplorable calidad de la imagen, Blackberry acepto canje por modelo mejor, I-phone a vos también te quiero.





jueves, 27 de octubre de 2011

Diario de soltero IV - Día 3

Dormí mal, creo que la lectura de los últimos capítulos de Wakolda, más cierto estrés de estación, me alejaron del sueño prolongado. Arranqué temprano con la compu, decisión que tuvo su consecuencia con un ardor de ojos hacia la tardecita, pero no me quedaba otra. Hice varios tests teóricos para sacar el registro, con un promedio de 70% de respuestas correctas, salió el sol y decidí ir a correr, para despejar la bocha y mover el culito. Pasé de nivel en el sistema del sofá a 5km y esquivé el ataque de un perro mientras me esforzaba por respirar.

Trabajé bastante, me inventé una salidita a la tarde, una vuelta shopinguera, que incluyó la invención del término 'karbonische papier' en un negocio, no me entendieron, agarré un talonario de facturas que había por ahí, se lo mostré a la empleada, le hice el gesto de escribir, puse una carula, me entendió, me dijo el término en alemán pero también me aclaró que no vendían. Pasé por la escuela de manejo, la comunicación osciló entre mi mal alemán y el mal inglés de la secretaria, me dijo que tengo que hacer un par de trámites que nunca me habían dicho, volví a casa, laburé un ratito más, hablé con mi amigo Edu, con quien nos encontraremos en breve por acá, clavé un yufka en el camino a la terminal y fui a buscar a Perez, que llegó puntual y cansada.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Diario de soltero IV - Día 2

Mannheim.
Lluvias.
Poca luz.
Llamados telefónicos a Buenos Aires para resolver algunos temitas.
Un vino alemán con gusto a remedio.
Una sonrisa llamada berenjenas al escabeche.

martes, 25 de octubre de 2011

Diario de soltero IV - Día 1

Muy temprano, a eso de las 7, Perez se despertó para ir a su reunión de laburo. Yo estaba zombie porque me había quedado hasta pasadas las dos mirando la fiesta de la democracia. Nos tomamos unos mates con Cristina de fondo y nos despedimos hasta el miércoles. Miré algunos videos más y ya no me pude dormir. Di vueltas en la cama, pero era imposible, así que decidí abrir la Bed Office, o sea, laburar en la cama. Desgrabé una entrevista bastante larga y aburrida y más tarde, en un esfuerzo de producción, salí a correr a orillas del Neckar. A la tarde fui en búsqueda de un pantalón de entrecasa, que se me viene negando y, por cierto, todavía no encontré. También tuve algunas dificultades para comprar sal gruesa, recién conseguí en el tercer supermercado al que fui. No entiendo. ¿Los alemanes no usan sal gruesa? Acá la llaman sal italiana y la necesitaba para mi principal proyecto de las próximas horas: berenjenas al escabeche.

La recorrida vespertina en búsqueda del pantalón y la sal gruesa la hice con la compu a cuestas, porque mi plan era sentarme a laburar en algún bar. Fue difícil encontrar uno lindo. Terminé eligiendo uno malo y conocido, que tiene el menú escrito en turco y la música funcional es ad hoc. Volví a casa a seguir laburando y a leer algunas notas más sobre las elecciones. Por cierto, qué manera de extrañar los diarios de papel durante todo el día. Entrada la noche, algo aburrido, dije algo en voz alta y noté que no hablaba hacía un par de horas, así que llamé a mi amigo Herno y hablamos una hora y media por teléfono. Antes de dormir hubo un último chapuzón de laburo.

La jornada en números:
Berenjenas a escabechear: 4 (no compré más porque no tengo tantos frascos).
Precio del café que me tomé: €1.90.
Veces que chequeé nuestro correo postal: 3 (no esperaba nada en particular pero estaba aburrido).
Charlas telefónicas con Perez: 3 (todas breves).

martes, 18 de octubre de 2011

Afrolatino

Todos los que tenemos rulos quisimos pelo lacio y viceversa. "¿Por qué no te dejás el afro?", nos preguntan una y otra vez a los enrulados. Porque no es fácil llevar medio metro de rulo en la cabeza, sería la respuesta obvia. Como ya contamos en otro post, ninguno de los dos pasó por el friseur todavía y eso está facilitando el quiebre de récords históricos de largo y abundancia. En mi caso, me entregué al afro. Por el momento, sólo me lo bato antes de bañarme, como una gracia puertas adentro. Algún día de estos, iré a un recital o a algún lado con una buena porra.



Aclaración: algunos rulos se achicaron ante la lente, ya tendrán más novedades de esta apasionante evolución capilar.

domingo, 16 de octubre de 2011

El extraño caso de los pantalones en Alemania

Me compré dos pantalones en ESPRIT. Suele ser una vidriera que ni miro porque las cosas son carísimas (y lindas y aparentemente buenas). Pero en Frankfurt entré al local de la calle Zeil, que ostentaba sus carteles de SALE, a ver si la cosa iba en serio. Jose me avisó: mirá los pantalones. Después de mucho buscar, encontré tres modelos distintos de mi talle. Acá mi talle, 36 todavía, pero 36 hot a fuerza de Nutella, no se consigue. Llegué a temer que no existiera. Hasta consulté con una vendedora en París, ilusionada con la posibilidad de comunicarme en francés y descrifrar el misterio. Parece que no hay tal misterio. Mi 36 es un 26 acá y no se consigue, seguramente porque hacen pocos. Acá soy XS. Pues bien, ESPRIT tenía 26 y hasta un 25. A buen precio, EUR 29. Me probé tres, me llevé dos. Un jean BOY FIT la mar de cómodo para estar en casa y otro corderoy gris para el frío que, joda joda, ya empezó. Ninguno de los dos me volvió loca, pero el abrigo, tanto indoors como outdoors, empieza a ser una urgencia.

No pretendan fotos, no soy Luli B. lovely thing.

La moraleja para las viajeras: muchacha, nunca olvides que en Europa las ofertas son ofertas.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Todo lo que es actividad física

El sábado fuimos a correr. Sí, lectores, a correr. Del sofá a los 5 km, promete el folleto. No fue una experiencia feliz para quien suscribe. Ya lo sabía. El test de Cooper es uno de los recuerdos más traumáticos que conservo del secundario. La parte de la sintomatología se las voy a ahorrar, algo ligado a la respiración que, créanme, no les interesa. Con decirles que el paisaje de la ribera mannheimer fue lo más lindo de todo.

Lamento consignar que si bien no abandoné, no volví a salir. Pero hoy hubo segunda sesión de yoga, oh sí. La lucha contra el sedentarismo y la mala postura no tiene cuartel. Los atacaremos por los medios que sea, pero NO PASARÁN.

Hacia una nueva ontología

No sabía que podía existir "mal depilada" como estado del ser.

martes, 11 de octubre de 2011

Apagá la tele

Perez nunca quiso la tele que nos consiguió L., casi antes de tener departamento. Yo sí. Creía que nos podía servir para ponernos en contacto con el idioma, más allá de que me salvó en algunos momentos de soledad y vi Roland Garros y partidos de la Bundesliga. No la prendíamos hacía más de tres meses, pese a que Perez había solucionado el Mundo Caca que traía incorporado. Ocupaba bastante lugar y juntaba pelusa a lo loco.

El lector perspicaz notará que estamos hablando en pasado.

Ayer, mientras volvíamos de una tarde adrenalínica (mentira, fuimos al correo y a hacer unas compritas para subir las emociones, imagínense) vimos varios montones de basura de gran tamaño. Eso acá se llama Biotone y se saca cada dos o tres meses. No hay que dejar pasar las oportunidades. Una lámpara que nunca logramos hacer andar, y que nos había salido 2 euros, estaba esperando turno hacía bastante. Llegamos a casa y le dije a Perez de sacar la tele. Me miró con cara de sospecha.
- ¿Seguro? ¿Y los partidos y todo eso?
- Ya fue.
Con bastante esfuerzo, la cargué hasta la calle, junto a un cable larguísimo que me hizo compañía al costado de la cama durante estos meses. También le dejamos el control remoto y un cartel que escribió Perez: "Das funktioniert". Ojalá la haya manoteado alguien que le sirva.

jueves, 6 de octubre de 2011

Yoga

En París tomamos una clase de yoga con Vero y refrescamos nuestros modestos conocimientos en la materia.

Hoy, hicimos lugar en el dormitorio, tiramos unas mantitas al suelo (que hubo que sacar a la hora del adomuka porque resbalaban, claro, qué amateurs) e hicimos cincuenta minutos de yoga. Para nosotros, que no somos precisamente yoguis (en mi caso más que nada porque me aburre), es todo un logro.

Para mí fue clave haber dado con el playlist adecuado. Cuando hacíamos yoga en Buenos Aires, me gustaba mucho un disco que ponía la profe y que resultó ser de Nina Hagen.





"Om Namah Shivay" se puede bajar de acá:

Consejo para las hiperlaxas: no te confíes de tu condición, no hagas el puente de una. Yo sé por qué te lo digo. Ay.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Cueros

¿Alguien me explica por qué el argentino en cuanto puede se queda en cueros?


Esto es en París, a nuestra llegada de Bretagne, con un calorcito inédito para septiembre, pero que no justificaba este ataque de exhibicionismo por parte de los jugadores. Huelga decir que en esa placita de barrio nadie más estaba en panza, como dicen las sobrinas de Jose cuando (¡qué manía!) se saca la remera.

Cierta persona que toma mate a mi lado y a quien no voy a nombrar, quiere que cuente quién ganó el torneo de ping pong, pero no le vamos a dar el gusto porque lo importante es competir (y ponerse en cueros).

lunes, 3 de octubre de 2011

Candombe berlinés

Así como me ocupé de buscar departamentos, también tuve tiempo para temas más gratos, como es el candombe. Me puse en contacto con el profe, le conté que venía con mucha abstinencia y que, por el momento, podría ir a un sólo encuentro, porque vivo lejos. Me invitó para el martes. Estuve pensando en eso toda la semana. Llegué a un edificio viejo, del subsuelo se escuchaban unos tambores. Pregunté, en alemán, me indicaron, entré. Eran cinco, contando al profe, buen número, saludé, todos latinos, o casi, me senté en la ronda, me descalcé, porque la mayoría estaba descalza y además porque las zapatillas me apretaban de tanto caminar, agarré un tambor, hablamos dos pavadas, me pasaron el toque, llamada, entran los pianos, cabezazo, entramos los repiques, bastante bien por ser la primera vez.

Me senté al lado de un uruguayo que vivía hace 16 años en Berlin y tenía una colita muy finita que le salía casi de la nuca. Tocaba bien y me pasó mucho yeite en poco tiempo. Me encantan esos momentos en los que todo lo que te dicen parece importante: "más mano, menos palo"; "más floja la mano"; "pegale con las yemas". Yo intentaba absorber todo y copiar. Intentamos acelerar, mi compañero queda en la banquina. El profe para la clase, nos caga a pedos en español, lo volvemos a intentar y, ahora sí, con la gracia del colectivo lleno que acelera por una avenida y no deja subir a más nadie, tocamos más rápido, me olvido de todo, sonrío y le doy. Me empiezan a doler las yemas, es una buena señal.

Con la mirada el profe me señala el palo, como diciendo "más despacio, flaco", intento controlarlo. Casi sin darme cuenta, estoy tocando candombe, un ritmo al que le tenía muchas ganas hace unos años. Y suena. El alemán que tengo a la derecha tira unos arreglos que tienen menos candombe que Roger Waters, el profe le dice que no es musical lo que intenta hacer, le explica dónde está el sabor, por qué los acentos, por qué lo que él hace es un daño, el tipo lo escucha y entiende pero insiste. No importa. Preguntan si tocamos una más o si nos vamos. Una alemana, para mi, la que mejor tocaba, dice que toquemos un poco más, me sumo al pedido. Clave en la madera, los pianos hacen un arreglito que les enseñó el profe, entramos los repiques, entran los pianos, se arma el tuco, como decía Andy, aceleramos, intento que la mano izquierda suba y baje, como picando una pelota, como me dijeron, aceleramos un poquito más y la cosa empieza a tener gracia, llamada, terminamos todos juntos, sonrisas, despedidas en castellano y ojalá nos volvamos a ver pronto, amigos candomberos de Berlin.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Diálogo inter blogs

Hoy me acordé de este post del amigo Fede cuando vi la siguiente escena. Semáforo rojo. Todos esperamos a cruzar. Somos unos cuantos y la avenida es ancha. Tan ancha que en el medio hay una islita de cemento para los que no llegan a atravesarla. Verde. Un pendejo sale corriendo mientras su mamá charla con una que tiene un turbante rosa. El nene tiene una pistola en la mano. Polizei, grita. Y me pasa por al lado.

Cargando la batería

Hace mucho que no escribo por acá y las razones son de fondo. No falta de tiempo (que la hay) ni escasez de wifi durante las vacaciones (que la hubo, ¡ay!). Es que me pasan cosas que van a contramano de la buena onda viajera que, sin proponérnoslo, le imprimimos a este blog. Después de seis meses de estar lejos de casa, con residencia en Mannheim pero moviéndonos por muchos lugares (Hamburgo, Liège, Konstanz, París, Zurich, Utrecht, Bretagne, Berlín, Viena, Alsacia, ¡gracias, Dios del Tren, por hacer de Mannheim nudo ferroviario!), ya esto no se parece en nada a un viaje largo. En realidad, no se parece en nada a nada que yo haya experimentado. Es al mismo tiempo volver al trabajo, a la academia, pero en unas condiciones de provisoriedad extrañísimas. Mi trabajo se muda estos días de Heidelberg a Konstanz, así que comienzan esos viajes también. A Heidelberg, iba en tranvía. A Konstanz son casi cuatro horas de tren, la mayor parte en uno de los llamados Regionales (los vagones tienen escrita la palabra Regio y todavía me río cada vez que lo veo). El tren regional es el famoso tren carreta o lechero, con la diferencia de que éste para en pueblitos de la Selva Negra. Otro inconveniente que tiene es que los asientos ni son mullidos ni se reclinan. Voy a terminar prendiéndole fuego a uno cual usuaria indignada del Sarmiento.

Konstanz es una ciudad pequeña muy bella. Queda en la frontera con Suiza, razón por la cual no fue bombardeada durante la guerra. Acá en Alemania las bombas todavía se ven. Caminás por una calle y por el tipo de construcción podés imaginarte el hueco que dejaron las bombas. Casa vieja y linda, casa vieja y linda, caja de zapatos (bomba), casa vieja y linda, bomba, bomba, casa vieja y linda, bomba, bomba, bomba. Son como cicatrices. Y Mannheim directamente es como un rostro desfigurado por una explosión. Las bombas cayeron con todo rigor sobre esa pobre ciudad industrial y socialista. Konstanz, en cambio, está intacta, preciosa, ya casi es Suiza, y es cara y careta. La semana pasada tuve mi primera reunión de laburo ahí. Conocí la universidad y su True Welcome Center, donde me sentí muy bienvenida por la chica alemana más sonriente del país. Siento una emoción absurda por estar a punto de tener mi primer empleo en blanco en la vida, a mis 34 años. Todo es, al mismo tiempo, más estable y más incierto. La distancia se hace sentir y ya mis amigos hijis y mis amigas cotorras encaran proyectos en los que no puedo participar ni siquiera virtualmente porque tengo otras cosas que hacer, claro, qué ilusa, trabajo acá.

Hay mojones que ayudan a ir pasando el tiempo hasta febrero, fecha en que volveremos por un corto tiempo a Buenos Aires. Esos mojones siempre son encuentros con familiares y amigos. Ahora estamos con mi prima Laura, que en breve se va a Argentina a hacer teatro (¡estén atentos!) y es como cargar una batería amorosa que tiene que durar hasta que ella vuelva por unos pocos días en noviembre y aprovechemos la vecindad Konstanz - Zurich para volver a encontrarnos.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Wir suchen eine Wohnung - Camino a Berlin

Los días previos a venir a Berlin me los pasé mirando páginas inmobiliarias, arreglé varias visitas a distintos departamentos, llegó el sábado a las 13.50, diez minutos antes de la primera cita y la gente se apilaba en la puerta. Éramos varios candidatos y pasamos a ser aun más 10 minutos después. Cuando se abrieron las puertas para pasar, hicimos uso de la fuerza argentina y quedamos dentro del primer grupo de cinco personas que recorrieron la casa. Daban ganas de decir "flaco, vamos a buscar el bolso y venimos, firmamos hoy". Buenísima la casa, barata, algo reciclada, algo hecha mierda, lindo el barrio. Antes de irnos, nos dieron unas planillas para completar. La elección de inquilino se parece mucho a un casting. Vamos a aplicar a este depto, crucen los dedos por nosotros, pero también vamos a recalcular la búsqueda hacia el barrio de Wedding, que, según nos dijeron tres personas distintas durante la noche del sábado, es EL barrio que se viene y todavía es barato. Veremos si podemos visitar algo ahí antes de irnos.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Diario de soltero III - Día 3

Salí a la mañana hacia Berlin, en tren. Estrené, con todo éxito, mi antifaz: clavé dos horitas de siesta. Cuando logré despabilarme, laburé un rato. Si hay algo que me hace sentir cool es laburar en un tren, mirando por la ventanilla. Caminé un rato apenas llegué y recibí el llamado de Laura, que estaba filmando en la calle y necesitaba una mano. Volví a la terminal (estaba a 20 minutos caminando, más o menos) y pasé 40 minutos perdido ahí adentro. Estaba seguro que por ahí pasaba el subte que necesitaba y lo busqué por todos lados pero no lo encontré porque, simplemente, no pasa por ahí. Agotado de caminar como un boludo por los mismos lugares y sin nadie a la vista a quien consultarle, le pregunté a un flaco que me indicó la combinación de transporte que me convenía. Quedamos con encontrarnos con Laura en la casa de un amigo de ella. Toqué timbre, me hizo pasar un flaco, no sabía que yo iba a ir pero me atendió con la mejor onda. Diez minutos después yo estaba cortando mango para un mango lasi que él quería preparar para un evento que organizaba a la noche. Es catalán Ruben, así que charlamos bastante. Al rato llegaron Laura y Anamet y las acompañé a la calle mientras ellas filmaban un proyecto de danza en la calle. Estar dando vueltas todo el día con el bolso y la mochila por Berlin me dejaron medio fusilado. Cuando llegó Perez, estábamos todos KO, pero la charla se reavivó hasta altas horas de la madrugada.

En la casa en la que estamos hay un EP de Sandro, vinilos y yerba. Nada puede salir mal.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Diario de soltero III - Día 2

La verdad que fue un día aburridísimo, no les quiero mentir, si quieren dejar de leer acá, los perdono. Durante la mañana continué con la búsqueda inmobiliaria y abroché otras dos visitas en Berlin. Volví a la carga para que me arreglen el teléfono. Mantuve una larga charla en alemán con una telemarketer que me tuvo mucha paciencia. En un momento entendí que me pedía que le mande un mail por el reclamo. Me hice el indignado, le dije que no le iba a mandar ningún mail, que esto lo resolvía hoy, que cómo puede ser, que pago para qué pago el servicio. Al final había entendido mal y en realidad ella me pedía que entre a una dirección de Internet para toquetear una configuración. Supuestamente, terminé actualizando no sé qué cosa que me iba a permitir que me escuchen en las llamadas larga distancia, cosa que al final no pasó.

Cabe mencionar que hice varias pruebas y en ningún caso me escucharon. Todos los llamados fueron a viejos laburos o a empresas que me deben guita. Ya que voy a molestar a alguien, que sea por una causa justa.

A la tarde fui a la última clase de alemán y me dio mucho gusto verle por última vez la cara a la peor profesora de idiomas que tuve en la vida. Un desastre la turca. Hubo clases en las que no se paró nunca de su escritorio y no anotó una sola palabra en el pizarrón. No me despedí de nadie ni avisé que no voy a ir a las últimas dos clases. En el recreo me tomé esta birrita en un restorán muy deutsche que está a tres cuadras y que me encanta porque está lleno de cuadritos y de boludeces.


La jornada en números:
Dinero gastado: 1.26 (pan para los sánguches del micro), 2.30 (el chopp), 0.70 (impresión del pasaje de tren (me cobraron 50 centavos por el uso de la compu)).
Charlas telefónicas con Perez: 3.
Capítulos de Louie vistos: 2.
Partidos de fútbol vistos: 2 (pero ni en pedo los vi enteros. Vi ratos de Unión - Godoy Cruz y de Argentinos - Tigre, pésimos los dos).

jueves, 22 de septiembre de 2011

Diario de soltero III - Día 1

Perez se fue muy temprano, siete y pico, y yo me quedé haciendo research inmobiliario para la tan mentada mudanza a Berlin. No me atrevo a decir que tengo un don para la búsqueda de departamento pero sí una disciplina y un método muy sencillo: ir copiando en un documento los candidatos, sus características, precio. Después llamo y pido ir a verlos. Claro que en alemán todo es más difícil. No importa, le puse mucha garra, busqué en distintos barrios, hablé con varios agentes inmobiliarios (ninguno hablaba en inglés) y arreglé algunas visitas para la semana que viene.

Entrada la mañana, o sea, un poco más despierto, puse en marcha el segundo gran objetivo de la jornada: reclamar a nuestra empresa telefónica que nadie me escucha cuando llamo a Buenos Aires. Me escuchan si llamo dentro de Alemania y si me llaman desde Buenos Aires, pero no cuando llamo desde acá. En fin, no arreglaron el desperfecto pero me las ingenié para decir algo así como "pago por este servicio y no anda". Me hubiese gustado putear, pero no sé.

Tanta charluski en alemán me dejó medio quemado para trabajar pero igualmente lo intenté, sin mucho éxito. Que la inspiración te encuentre trabajando pero ayer no me encontró por ningún lado, ni yo a ella. A la tarde hice unas compritas y me crucé con unos calzones largos a 7 euros que no pude dejar pasar. Casi que me dan ganas de que haga frío para usarlos. Aquí, el estampado:


La jornada en números:
Visitas a departamentos en Berlin ya confirmadas: 3.
Partidos de fútbol mirados en la compu: 3 (Real Madrid - Racing de Santander; Barcelona - Valencia; y un rato de Belgrano - Lanús, antes de dormir).
Tequilas tomados para brindar que se confirmó un encuentro con grandes amigos en Paris: 3.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La postal de Luquitas

Mi amigo Luquitas fue uno de los primeros a los que les mandé una postal. Pensaba mucho en él, sobre todo en los museos. Luquitas es artista y se especializa en retratos. Es muy bueno y desarrolló una técnica propia. Cuando veía retratos en los museos me acordaba de sus trabajos, que en los últimos años se pusieron cada vez mejores. Eso es lo lindo de tener amigos artistas: uno puede espiar de cerca sus avances, sus experimentos. Hace un mes Luquitas me preguntó si me podía mandar algo, le pasé la dirección y ayer del correo retiré esta pieza única. Una postal hecha por él mismo. Pudoroso como es, pidió que no se vea su "letra de concha". A Luquitas lo banco casi siempre (salvo cuando se transforma en El Lastimador), así que voy a respetar su pedido. Con ustedes el artista:



¡Gracias Luqui!

martes, 20 de septiembre de 2011

Calabaza y aritos

Estábamos como en esas fiestas en las que hace falta un hit. Todo muy lindo, muy rica la comida y burbujeante el champagne parisino, pero apenas nos habíamos mojado los labios con algún paseíto y una noche con Pépé en una jam en la que casi tocamos, pero al final no tocamos nada. La semana fue frenética, el tiempo no nos alcanzaba para casi nada. Necesitábamos un estribillo, una distracción, luego de días con muchas corridas, trabajo y estrés. El viernes agarramos el mapa, trazamos un recorrido y el sábado al mediodía, después de invertir unos euros en un bolso con rueditas, salimos hacia la zona de La Chapelle. La misión: encontrar una calabaza musical que había visto el lunes, en esa jam frustrada. Se toca sobre una mantita y suena muy bien. Más tarde iríamos a Montmartre a dar una vuelta. Aunque no lo dijéramos, sabíamos que Perez se iba a comprar aritos en algún lado.

 El principio de la recorrida por el barrio africano fue algo hostil, nos recordó al episodio del kebab. Los muchachos no parecían con muchas ganas de hablar con nosotros, mucho menos con Perez. Quisimos aprovechar unas telas muy coloridas a sólo 10 euros pero la comunicación no era demasiado fluida, al flaco se lo veía con ganas de echarnos Raid, así que para qué forzar la cuestión, nos fuimos con las manos vacías y la frente en alto. Volvimos al bar que habíamos ido el lunes, nos indicaron cómo llegar al local donde vendían las calabazas, caminamos unas cuadras más, pensamos que nos habían mandado lejos o que algo había salido mal. Finalmente encontramos el local, que tenía tantos olores mezclados que era imposible distinguir uno solo. Había de todo: instrumentos, especias, comidas, bebidas. "¿Argentina? Lionel Messi", dijo el vendedor, con mejor onda que sus colegas. Compré mi calabaza (tuve que elegir entre modelos de 40, 30, 20 y 15. Obviamente me quedé con la más barata y fácil de llevar) y salí muy contento y agradecido con mi traductora.

Camino a Montmartre caminamos por una calle en la que los negocios estaban dedicados a todo lo que es implantes, pelucas, trencitas. Cotiza muy en alto el aplique de trenza brasileña. También pasamos por una feria en la que había mucha comida nunca vista. Una vez que recuperamos el aliento que nos habían quitado las escaleras, en Montmartre volvimos al local al que habíamos ido hace unos años, Perez encontró unos aritos que en su momento le habían parecido caros, pero ahora que gana en euros se los compró con mucha alegría.Una vez más, se cumplió la ley: ante la angustia, consuma. Algunos se compran un plasma, nosotros una calabaza y aritos. Todos contentos.

Chimento parisino

Por lo que veo en los diarios, parece que la cultura porteña, y en especial el tango, hubieran tomado por asalto París en el fin de semana pasado. Pero lejos del glamour que le atribuyen los medios, Raúl Lavié fue visto por esta servidora en el Metro, arrastrando, eso sí, gallardamente, una valijita de cabina. Jose no lo reconoció y no me cree. Yo digo que es por la cara genérica que le dejaron en "Transformaciones".

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ventosos días

Tardamos 14 horas y media en llegar a Bretagne. Salimos a las 4.30 de la mañana y cambiamos de conductor varias veces. Por suerte, también paramos bastante a descansar y sacarnos de encima todos los bolsos que teníamos. Valió la pena el esfuerzo. La noche en la que llegamos a Bretagne fuimos a una fiesta a la que estaban invitados Fred y Marine, los chicos que nos recibieron. Teníamos una mezcla de agotamiento y entusiasmo. Nos dijeron que había que ir disfrazados, se abrió un arcón, salieron pelucas, disfraces y cotillón, nos subimos de nuevo al auto y bailamos un ratito cerca del mar. 

Al día siguiente almorzamos en un bar frente al mar. Podría decir que comimos ostras y tomamos vino blanco y quedaría muy chic. Lo cierto es que las ostras las compramos en la feria y el vino lo tomamos en el bar de la abuela de Fred, que tiene 83 años y más aguante que todos nosotros juntos. Los días en Bretagne están siendo tranquilos y, sobre todo, ventosos. Las emociones más fuertes llegan con el triominó, un dominó en forma triangular. Hace casi dos semanas que nos la pasamos riéndonos de los alemanes con los franceses. Somos unos vendidos. Se mantiene, y fortalece, la comunidad que formamos hace casi dos semanas con Pepé y los primeros amigos que nos albergaron en Vilé, padres de esta pequeña criatura que pueden ver, primero, en el bar, y después bailando en la playa.   




El famoso hidromedusa.


Qué viento, qué movimiento.


Para protegernos del fresquito, Marine hizo un Irish coffee, que vendría a ser whisky + café + crema. Et voilá.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Triunfo argentino

Fui a la feria semanal de Vilé con bastante expectativa, después de disfrutar de sus manjares durante la última semana. Hice una rápida recorrida, y en soledad, por los puestos, mientras las chicas miraban artesanías. Encontré un puestito en el que regalaban champagne, quesos y salame. A los dos minutos de haber llegado, ya tenía mi copita.
Como notarán, estoy militando para que vuelva la moda de ponerse el buzo en los hombros, si es que alguna vez se fue.

Sobre el cierre del comicio, me sumé a un sorteo y gané una canasta con una docena de facturas francesas. Salí con los ojos cerrados pero bien vale el testimonio. 

Aclaración posterior de la traductora al leer un cartel: No regalaban el champagne, salía dos euros. Que gott te lo zalen

Primera frase en francés de mi vida

"J'écris un livre sur les adultes handicapeés mental".De tanto escuchar y gracias a las clases particulares de mi profe Perez, me despaché con mi primera frase en francés en una cena.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Los lectores perspicaces habrán sabido leer entre líneas que en Mannheim agonizábamos de aburrimiento. Ahora estamos en Alsacia, del otro lado de la frontera, con nuestra amiga francesa Perrine en casa de otros amigos de ella. El pueblo en el que estamos se llamé Villé y queda en el valle... de Villé. No es lejos de Mannheim, de hecho estamos en el mismo plano de Le Guide des Automobilistes.



El fin de semana estuvimos en Saint Maurice-sur-Mosselle, un lugar aún más chiquito y más en la montaña. El sábado fuimos al Thèâtre du Peuple, en Bussangs. En otros encuentros Perrine me había hablado de la existencia de este teatro. Tiene más de cien años y una clara orientación de izquierda, y mezcla compañías con artistas amateurs de la región. La sala es un enorme edificio de madera y tiene la particularidad de que el foro se abre a la montaña. Estaba lleno porque era la última función de la temporada de verano y al final del espectáculo (un “cabaret espectral”), todos los elencos despidieron al director del teatro, que se tenía que ir después de seis años de trabajar ahí. Se notaba que todo el mundo amaba mucho ese lugar y debo confesar que casi se me escapa un lagrimón convivial.

El domingo paseamos por la montaña. La palabra clave es: ballade. Vimos el hormiguero más grande del mundo:

Oh!





Un fanático del transportador.

Sí. Les sacamos fotos a los terneros. Somos así de urbanos.

Volvimos a Villé, donde estamos desde entonces. La amiga de Perrine se la pasa cocinando y acá hasta lo más simple es mucho más rico. Las mermeladas caseras, las verduras de granja, ¡los quesos! Aquí la palabra clave es: Munster, una variedad local de queso bastante fuerte.



Schlachthaus: Das is Deutsch!



En este entorno estamos más productivos que en Mannheim. Los ratos que nos aíslamos de la conversación general rinden más que las horas una-igual-a-la-otra que veníamos pasando. Además es fácil aislarse: es como tirar del enchufe del francés y de pronto la charla es música. Punto a favor para trabajar en tránsito, oh sí.

jueves, 25 de agosto de 2011

Berlín

Berlín es el mundo: todos los idiomas, todas las comidas, todas las caras y pelos y colores.

Berlín es la libertad: la convivencia pacífica de looks diversos, los chicos y las chicas de la mano, la música y el porro en los parques.

Berlín es la contradicción: los shoppings en Alexanderplatz, la RDD convertida en producto pop, los adoquines de bronce que recuerdan a los deportados y que son hechos por un único artista en todo el país que cobra mucho dinero por eso.

Berlín es la noche: los cientos de bares con mesas en la vereda, las caminatas, las cervezas al paso.

Estuvimos cuatro días en Berlín. Cuatro días de veranito, de sol, de gente de picnic a la orilla del canal. En Berlín se respira otro aire. Berlín y Buenos Aires tienen un extraño aire de familia. Berlín, te prendemos una vela. Esperamos estar muy pronto por allí.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Evoluciones capilares

Como en esas series en las que se quedan sin presupuesto y reciclan capítulos viejos, los invito a analizar nuestra evolución capilar en estos cinco meses y medio que llevamos lejos de nuestros estilistas porteños, los últimos que han posado sus tijeras sobre estas nobles y pobladas cabelleras.

En este besito tirado a la lente de mi primo Ari podemos ver dos prolijos peinados: en mi caso, rulos contenidos, flequillo para Perez.

Un día de humedad en Mannheim, mientras buscábamos departamentos.

Flequillo que permite ver las cejas.

En esta foto tomada por mi otro primo, Marcelo Héctor Reneé, empieza a notarse que la cosa se va descontrolando.

Este almuerzo dominical en un exclusivo y floreado restó mannheimer nos encontró en la Faceta Porra y la Disolución del Flequillo.