El peor recuerdo me lo llevé de una exposición que se llamaba 678 (evitemos los chistes tan fáciles), de Florian Pumhösl. Tenía un piso entero dedicado a unos cuadros en acrílico, todos iguales entre sí.
En otro piso, había una instalación en video: en una sala a oscuras, una pantalla apenas tenía algo de luz, se la veía gris oscuro, y sonaba un piano. Ajá. En otro piso, una pantalla iba cambiando de color lentamente hasta que llegaba a este pico de emoción:
Me fui corriendo y encontré consuelo en el gift shop, hojeando revistas alemanas y viendo libros lindísimos.
No entendiste nada, seguro que es una obra conceptual que reflexiona sobre el vacío y sinsentido de la vida en las sociedades industrializadas.
ResponderEliminarmás bien, es parte de ese sinsentido
ResponderEliminar