Nunca pensé que el rezo a San Benito traería resultados tan inmediatos. Nos levantamos con toda la ilusión y la buena onda para atraer al schöne wohnung. Mientras nos cambiábamos y preparábamos la mochila (compramos termo, así que volvieron Los Mateykos Everywhere), me llamó un flaco de una de las inmobiliarias para cancelar la visita. Maldito. Ahora quedaban tres. No importa, le ponemos onda igual y hoy sale o sale. Tan cebados estábamos que antes de salir de Heidelberg hicimos un largo trámite en el banco y ni así llegamos tarde. Es más: llegamos 10 minutos antes. Es que Perez anda más afilada que nunca con todo lo que es el mapa. Está manejando márgenes muy bajos de error en su rol de brújula. Como mucho, se camina media cuadra de más o se equivoca la dirección por 200 metros. Agradezco tanto ese don que tiene. Me permite ir mirando mil pelotudeces en todos lados y mi función, justamente, es mostrárselas y, especialidad de la casa, sacar charla. Ella, chocha, con el mapa en la mano y leyendo el nombre de cada calle.
- ¿Qué timbre es?
- No sé.
- ¿No te dijo?
- No. Crucemos.
- ¿Cruzamos y qué? ¿Esperamos que alguien nos reconozca?
- Crucemos y vemos.
Cruzamos. Nos paramos en la puerta. Aparece una vieja: "¿José?". Nos sonreímos, nos damos la mano. "Hallo". Qué encuentro. El día anterior nos hicimos muy amigos hablando por teléfono. Fue una charla en alemán tan tropezada que dos horas después, mientras paseábamos por el castillo, me llamó su hijo para preguntarme, en inglés, si le había entendido a su mamá y para chequear la dirección que había anotado. Atrás de ella apareció su hijo. 100 kilos en bermudas y unas sandalias de cuero. Habla un mínimo de español porque estudió 6 meses en Costa Rica. No me lo imaginaba estudiando al gordo. Nos muestra el monoambiente, la madre nos sigue de atrás, le habla en alemán y él nos traduce al inglés. Somos tan amigos en persona como por teléfono. Suelto algunas palabras en alemán, la mina se ríe, le vuelve a decir algo en alemán, él nos traduce. El baño lo arregló porque estaba de un verde muy setentoso y él prefirió modernizarlo. Te quedaron muy lindas las venecitas pero terminalo para la semana que viene. Caminamos dos pasos, nos preguntan si vamos a vivir los dos, les decimos que sí. "¿No les resultará chico?". Con tal de mudarme soy capaz de hacinarme en tu casa, Gordis.
Pasamos al único cuarto. Está pintado de verde agua, tiene un póster de Da Vinci. ¿Y con este verde no hacés nada, Gordo? ¿Me lo dejás? ¿No me lo modernizás como el baño? No importa, el departamento zafa, es muy luminoso, la cocina es chica pero avisan que dejan la cama y un sillón que se hace cama. Te quiero, Gordo, y también a tu vieja, que se hace entender mucho mejor de lo que vos pensás y le pone onda. Qué bueno embocar la cama. Y con el sofá ya podemos invitar gente.
Nos dan una copia del contrato, para que nos lo lea una amiga, y nos vamos corriendo rumbo al segundo candidato. Llegamos tarde, nos quedaba en la otra punta y tuvimos que atravesar la ciudad caminando, casi corriendo. No nos perdemos ni una cuadra. Es un complejo de casas sociales. Son horribles pero le ponemos toda la onda, nuevamente. Además, sería muy barato. Medio lejos, eso sí, pero caminás dos cuadrás y ya estás en una zona muy linda. El site decía que a las 16.30 iba a haber alguien para mostrarlo. Llegamos 16.47 y no nos cruzamos a nadie. Decidimos entrar, quedarnos en el hall y preguntarle al primero que viéramos si sabía algo. Nos sentamos en la escalera a esperar. El edificio es horrible y con la tarde nublada y lluviosa me dan ganas de llorar. Me acuerdo de Dirty dancing, que la vimos el día anterior, para no deprimirme. Se abre la puerta, aparece una pareja treintañera de rubios paliduchos con las compras del súper. Les preguntamos si saben algo, nos contesta el flaco, mientras maniobra con sus bolsas. Me pongo en su lugar. Pienso cómo reaccionaría si llego del súper con las bolsas que me pesan y me encuentro con dos rusos que no saben dónde están mostrando un departamento para alquilar. No me jodas, flaco, le diría. Pero el ruso es mucho mejor persona y nos lleva hasta el jardín para que veamos de afuera cuál es el departamento. Nos dice que para él debe ser medio oscuro. La mujer no acuerda y le pide que eso también lo traduzca. Pobre conchita. Traduce y se ríe. Nos vamos pensando en volver al día siguiente.
Hacemos escala en lo de nuestra amiga. Llevamos degustación de tortas, tomamos mate y ella nos traduce el contrato. No hay problemas. Nos acompaña al último participante de la noche. Ella tiene fe. Y nosotros también, aunque ni me acuerdo cuál es. Se me confunden todos los avisos que vi, los precios, las fechas en las que quedaban disponibles. Nos abre la puerta una pelirroja que está hablando en checo por celular. Nos indica el camino mientras se sostiene el teléfono con el hombro. Pasamos un patio interno donde dejar la bici, nos muestra la entrada privada que tiene el departamento. Pasamos. Entramos. Es el más lindo. Es acá. Listo, no busquemos más. La flaca cuenta, en alemán, nuestra amiga traduce, que se vuelve a Praga porque la echaron de su trabajo. Duró 3 meses. Se había venido especialmente. Nuestra amiga agrega el dato de que las empresas tienen los primeros 6 meses de gracia para echar sin pagar indemnización. Dice que vende los muebles porque le resulta muy caro llevarse todo en flete. Lo tiene decorado como para ganar un concurso de Oh lalá. 1300 euros por una cama, un sofá que se hace cama doble, cortinas a medidas, lámparas de papel caras, una lámpara de pie, una mesa, una silla. Le preguntamos qué nos da por 700. Dice que el sofá, las cortinas y una mesa rebatible. Con razón te echaron de tu laburo, flaca. Por esa guita me compro un mundo nuevo en Ikea. Nos ponemos de acuerdo en los otros números, todo marcha bien, justo viene el dueño en 5 minutos. Lo esperamos mientras recorremos toda la casa y nos imaginamos plantas en la terraza.
Desde el ventanal del baño veo que llega un barbudo y saluda a la checa desde abajo. "Llegó el señor Barriga", le digo a Perez. Nuestra amiga le sigue haciendo mil preguntas en alemán y nos avanza la negociación. Entra Herr Graff. Nos ponemos todos de acuerdo, nos damos la mano, entramos la semana que viene, viva Perón, viva Steffi Graff, festejamos con pizza con champagne, nos reímos, ahora es cuando empieza esta jodita.
Ay gracias San Benito! Tan empapada estaba con el tema que lo soñé anoche, al departamento, a ustedes, a todos festejando. Desde acá un brindis muy glamoroso!
ResponderEliminar¡Vos sos nuestro San Benito particular! ¡Sos nuestra santa patrona inmobiliaria!
ResponderEliminarQué felicidad, es todo distinto cuando ya tenés casa.
ResponderEliminar"con todo lo que es el mapa"
ResponderEliminartodo esto para poder poner esa frase, confesá jose
Gracias San Benito! Ahora por ese amague del cuarto verde agua yo le prendería un cuarto de vela nomás.
ResponderEliminarMucha suerte que ahora arranca lo bueno!!
ResponderEliminarVamo' lo pibe'!!!!!!!!!!!!! Viva Peronen!!!!! Que empieze el bailonguen!! Mucha merde amiccis
ResponderEliminarqué bueno!! por acá queremos fotos de la nueva casa. felicidades!
ResponderEliminarLa parte de las fotos es lo que peor nos sale. En los momentos clave nunca la llevamos, o nos parece muy goma ponernos a sacar fotos. Si no fuera por este blog, no tendríamos ninguna. La que ilustra este post es una foto del formulario que llenamos para el dueño, o sea, ninguna importancia.
ResponderEliminarMucha suerte! Aunque no los conozca, me alegra mucho.
ResponderEliminarque bueno! adoro sus relatos!
ResponderEliminarbesos