"Un día te vas a dar cuenta que no tenés más trámites que hacer", predijo Rabai Kelo por chat. Y tuvo razón, una vez más. Con departamento alquilado y los papeles en regla, la vida se ordenó. Internet, wifi, para ser más preciso, es lo único que falta para que la felicidad sea total. ¿Y entonces? Sin obligaciones, no queda más que concentrarse en lo que tenemos que hacer. ¿Y en mi caso? ¿Eso qué era? Escribir mi libro, buscar revistas que quieran publicar las notas que quiero hacer desde acá y seguir abriendo el juego. La semana pasada me vi muy favorecido con el limitado acceso que tenemos a Internet. Creo que ya lo contamos en otro post, pero, por las dudas, vuelvo a contar que dependemos de un stick USB de esos que en Argentina se llaman Internet Móvil. Cuesta dos euros por día y es un servicio malísimo, pero a la noche todavía es peor. Con menos distracciones, me concentré, casi todos los días, en lo que estoy escribiendo, que me está gustando bastante, pero también me tiene medio cagado porque es mi primer libro. Entonces también vivo pequeñas turbulencias anímico-emocionales del tipo "es-todo-nuevo", en referencia a Alemania y a la escritura, pero esas voces son velozmente acalladas con litros de cerveza alemana, todo tipo de panificado, chocolate o kebap.
heeee para mi en el libro tiene que haber un colorado!.
ResponderEliminar