martes, 19 de julio de 2011

Hamburgo

Nos fuimos unos días a Hamburgo, donde vive María Éster, una amiga de Perez. El primer día, el viernes, fue largo como discurso de Fidel (con ese chiste me hacía guionista de Tato). Nos levantamos antes de las 6 para tomar el tren, sin sobresaltos, a eso de 7.30. A esa hora somos dos momias y, luego de algún episodio traumático, aprendimos que lo mejor es que el tiempo sobre. Es odioso empezar el día con esa angustia de no saber a qué hora pasa el tranvía. Llegamos al mediodía, hambreados y mal dormidos, dos de los peores estados del ser humano. Como no podía ser de otra manera, la lluvia nos impidió pasear todo lo que hubiésemos querido. Si el clima hubiera acompañado, podría haber conocido la cancha del St. Pauli, pero sólo la vi de afuera. A la noche acompañamos al dueño de casa a una fiesta y nos hizo una recorrida nocturna por el barrio de St. Pauli que fue espectacular. Eran cuadras y cuadras de personas en bares, parados en la calle, tomando, charlando. Nunca vi algo así. Tanta gente en la calle. Tanta. Más tarde pasamos por el barrio rojo, dicen que el más grande de Europa, que incluía calles gays y también travestis. En esa zona había aún más gente que en la parte de bares, por así llamarla. La música que salía de cada uno de los boliches se mezclaba en la vereda, donde también se mezclaban personas de todo el mundo. Pocos ratos de tanto engentamiento. Un detalle: vimos muchísimas despedidas de soltero en el fin de semana. Al despedido lo disfrazan de algo y los despedantes se ponen remeras con algún logo y en la espalda tienen impreso el nombre de cada uno. La música en el boliche estaba buenísima, la etiqueta decía Soundsystem, al que podríamos resumir como reggae para bailar, con la amenaza permanente de que venga El General a cantar.

El sábado aprovechamos la mejoría meteorológica y fuimos a una playita, que tenía una vista muy fabril. Como notarán en el atuendo, hizo más calor del que esperaba.


Changui, así le dicen a este cachete, se copó na praia.

Su hermana no sale sin su cámara.


El domingo paseamos por el parque Planten und blumen, que, como su nombre lo indica, está lleno de plantas y flores. También nos cruzamos un coro de ex marineros de Hamburgo, que hacía arder a la platea.

Pegamos onda.

Los juegos para los chicos estaban demasiado buenos y copamos algunos. 

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