Estoy en Konstanz, haciendo un fellowship, que les juro que hasta dos semanas no sabía qué era, aunque jamás se me hubiera ocurrido preguntar. Ya voy entendiendo que esto de la academia consiste en buena parte en hacer de cuenta que uno conoce cosas que tiene de oídas. Pues bien: me anoté para algo que no sabía qué era sobre un tema que más o menos sospecho de qué se trata.
Aquí me tienen, de fellow en Konstanz, alojada en una hostería que parece depender del convento de enfrente. Nomás tomar posesión del cuarto, bajé un cuadro, ¡gracias, Néstor!, no, disculpen, es la costumbre, bajé un cuadro con un crucifijo y lo escondí, junto con una Biblia, en el ropero. No me gusta ver representaciones de un tipo que lo están torturando, perdón, soy sensible.
El programa es: ponencia, preguntas, pausa, ponencia, preguntas, pausa, así todo el día. En inglés, que me cansa como la gran flauta. El día viernes a la noche me escapo a Zürich donde me encuentro con mi prima Laura y mi marido. Sábado libre. Domingo, a las 10 de la mañana, de vuelta escuchando ponencias.
No logro estar quieta tanto tiempo. Quiero pararme, quiero café, quiero pis. Para colmo, me tocó sentarme al lado del podium (una especie de atrio donde se ubica, de pie, el ponente) y enfrente de los profesores que comentan, cual Fierita y Sturze, los méritos y problemas de las ponencias. Me da vergüenza hasta ponerme a dibujar, que es lo que normalmente hago mientras escucho (si no puedo a- tejer b- tomar mate, en ese orden).
Mi inglés coloquial está oxidado por la falta de uso y mi inglés académico... buen momento para darme cuenta de que nunca lo tuve. En un sentido sí, entiendo todo, excepto alguna palabra aislada, pero no puedo expresar ninguna idea compleja. Hoy decidí pasar vergüenza y hacer una pregunta, que por supuesto fue un balbuceo avergonzado, pero quería pasar esa primera vez. Seguro que el martes, en el andén, esperando el tren para irme, me encontraré pensando en un inglés perfecto.
¿Pueden creer que, al igual que en el congreso en Viena, organizado por la misma institución, que no voy a nombrar, los "gatitos" estamos en un hotel sin internet en la habitación? Estoy indignada. Los gatitos somos los doctorantes, no sé por qué, acá se les dice así. No sé si es despectivo o no, espero que no, a mí me encanta ser gatita.
La ciudad parece muy bella, pero no para de llover y tengo mucho trabajo atrasado desde la visita de mi abuela, así que se las debo.
yo soy tu gatita, tu gatita
ResponderEliminarme gusto mucho lo de "gatitos", me parece mucho mas carinhoso que grad student (ya tengo 30 anhos, no me recuerdes que sigo estudiando!)
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