Ya no somos dos paspados mirando el mapa en cualquier punto de Berlín. En esta cuarta visita, empezamos a ubicarnos un poco más en las largas calles, siempre en reconstrucción. El otro día fuimos a una fiesta a la que nos invitó una amiga de Perez y no caminamos un solo metro de más, y eso que hubo que hacer una triple combinación de transportes para llegar. Había llevado un pendrive lleno de cumbia para copar el rol de DJ, como me habían pedido, pero al final no hizo falta y nos conformamos con bailar algunos hits de los ochenta y un poco de tecno, como dicen los chicos jetzt.
No sólo nos perdemos menos: empezamos a ubicarnos en las calles, ya no nos pasamos horas enteras combinando subtes, ahora empezamos a pescar por dónde quedan los barrios, las cosas que nos interesan. Ayer, algo apretados por el reloj, aprovechamos la fama de barata que tiene esta ciudad e invertimos 6.20 en un taxi para llegar a horario a entrevistar a Juana Molina, que tocaba en un lugar medio inaccesible a pie junto a unas bandas de África y a unos indies. Todos juntos. 19 músicos en escena, debería decir el cartel. Por cierto, Juana me cayó súper, temía que se me hiciera un poco la loca, pero estaba chocha con este proyecto del que acá pueden ver un video y, en breve, podrán leer una nota en Las 12.
jajaja, qué bueno que Juana no se te hizo la loca!
ResponderEliminarJose, sos mi pasaporte al sonido del futuro, qué geniol