Sólo había leído de Jorge Semprún La escritura o la vida y por alguna razón absurda, o quizás por el Efecto Almudena, temía leer este otro libro que me prestaron, que no me gustara y perder a Semprún en mi corazón.
Pero no. La novela no defrauda. Saga familiar, guerra civil española, intensa carga erótica y juegos en torno a la figura del narrador y los modos de contar esa historia. Hasta tiene dos finales para elegir el que a uno le venga mejor. Yo elegí el final feliz, obvio.
Me pareció moderno en su escritura, político y vital, y cachondo. Si me permiten, por esta vez, seguir puntuando como en el otro blog, le pongo cinco estrellas federales fucsias.
Dato de color: es el primer libro que Semprún escribe en castellano. Semprún es español, pero vivió todo su exilio en Francia y había escrito hasta entonces siempre en francés.
Otro dato de color: en una firma de libros en Alemania, una señora se sorprendió de lo bien que hablaba alemán y le preguntó dónde lo había aprendido. Papelón. Semprún se limitó a responder: en Buchenwald.
Si no saben, googleen, que no es mi obligación ponerlos al tanto de todos los horrores de este mundo.
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sábado, 21 de mayo de 2011
lunes, 9 de mayo de 2011
'Salvatierra' y 'Una idea genial'
Los libros que estoy leyendo se dividen en dos grupos: los que trajimos desde Buenos Aires y los que pudimos manotear estando acá (de ahí la etiqueta, al azar). Por suerte, mi primo Ari trajo unos cuantos y eso nos dio aire. 'Salvatierra', de Pedro Mairal, me lo prestó él. No había leído nada de Mairal, me gustó mucho, me pareció simple y directo. Su escenario es una ciudad de provincia y esa tranquilidad es el contexto de una reconstrucción familiar. 'Una idea genial' lo compramos para el viaje y durante los primeros dos capítulos pensé que lo iba a tirar por la ventana. Después me fui metiendo más y me gustó cómo fue develando de a poco su historia, por momentos traumática (anorexia, hermana con discapacidad), pero no por eso dramática. Y me sentí tan identificado con algunas ideas y formas que la contacté por Facebook y se lo dije. Acá les dejo dos fragmentos:
'Salvatierra', de Pedro Mairal: El cuadro (su reproducción) está en el Museo Röell, a lo largo de un gran pasillo curvo y subterráneo que comunica el viejo edificio con el nuevo pabellón. Al bajar las escaleras, uno cree haber llegado a un acuario. Por toda la pared interna de casi treinta metros, el cuadro va pasando como un río. Contra la pared opuesta hay un banco donde la gente se sienta a descansar y mira pasar el cuadro lentamente. Tarda un día en completa su ciclo. Son casi cuatro kilómetros de imágenes que se mueven despacio de derecha a izquierda.
Si digo que mi padre tardó sesenta años en pintarlo, parece como si se hubiese impuesto la tarea de completar una obra gigante. Es más justo decir que lo pintó a lo largo de sesenta años.
'Una idea genial', de Inés Acevedo: La Sala de Lectura organizó un concurso de cuentos, y mi maestra Irene me impulsó a participar. Un día yo estaba en Tandil, en la Sala de Lectura, y una mujer que nos leía historias una vez por semana nos contó un cuento. En ese momento, no sé cómo, creí que la consigna del concurso era intentar copiar ese cuento.
Con esa idea en la cabeza durante sesenta kilómetros volví a mi casa, entré al comedor y busqué una mesita. La encontré. Un mueble funcional plegable, de madera plastificada, modulable, con unos paneles que si los querías modular te agarrabas los dedos y que abajo tenía revistas Muy Interesante amontonadas. La instalé en mi cuarto y me senté a escribir. Al final de la tarde el cuento estaba terminado. Después mi maestra lo corrigió, lo pasó a la computadora y lo presentamos en el concurso. No gané el primer premio, pero sí una mención a la "creatividad y originalidad", y lo publicaron en el compilado con los demás. En este cuento se puede ver la influencia de Simbar el Marino y la parte que yo me copié es la que habla de los poderes predictivos de Esculapia. También aparece mi drama fastidioso, y otras cosas autobiográficas.
'Salvatierra', de Pedro Mairal: El cuadro (su reproducción) está en el Museo Röell, a lo largo de un gran pasillo curvo y subterráneo que comunica el viejo edificio con el nuevo pabellón. Al bajar las escaleras, uno cree haber llegado a un acuario. Por toda la pared interna de casi treinta metros, el cuadro va pasando como un río. Contra la pared opuesta hay un banco donde la gente se sienta a descansar y mira pasar el cuadro lentamente. Tarda un día en completa su ciclo. Son casi cuatro kilómetros de imágenes que se mueven despacio de derecha a izquierda.
Si digo que mi padre tardó sesenta años en pintarlo, parece como si se hubiese impuesto la tarea de completar una obra gigante. Es más justo decir que lo pintó a lo largo de sesenta años.
'Una idea genial', de Inés Acevedo: La Sala de Lectura organizó un concurso de cuentos, y mi maestra Irene me impulsó a participar. Un día yo estaba en Tandil, en la Sala de Lectura, y una mujer que nos leía historias una vez por semana nos contó un cuento. En ese momento, no sé cómo, creí que la consigna del concurso era intentar copiar ese cuento.
Con esa idea en la cabeza durante sesenta kilómetros volví a mi casa, entré al comedor y busqué una mesita. La encontré. Un mueble funcional plegable, de madera plastificada, modulable, con unos paneles que si los querías modular te agarrabas los dedos y que abajo tenía revistas Muy Interesante amontonadas. La instalé en mi cuarto y me senté a escribir. Al final de la tarde el cuento estaba terminado. Después mi maestra lo corrigió, lo pasó a la computadora y lo presentamos en el concurso. No gané el primer premio, pero sí una mención a la "creatividad y originalidad", y lo publicaron en el compilado con los demás. En este cuento se puede ver la influencia de Simbar el Marino y la parte que yo me copié es la que habla de los poderes predictivos de Esculapia. También aparece mi drama fastidioso, y otras cosas autobiográficas.
lunes, 25 de abril de 2011
Un comienzo demoledor
Como se podrán imaginar, no es una tarea sencilla conseguir libros en español en Alemania. Por suerte, tengo un primo tan bueno que me prestó dos (ya terminé uno, prometo escribir sobre él muy pronto) y me regaló 'Un gran chico', de Nick Hornby, que estoy cerca de terminar, pero me tuve que tomar un par de días para reponerme de las primeras dos líneas:
- ¿Os habéis separado?
- ¿Tú estás de coña, o qué?
Pese a las altas dosis de galleguismo de la edición de Anagrama, el libro me está gustando bastante, casi tanto como la peli o la banda de sonido. Sin dudas, es una gran pieza pop.
- ¿Os habéis separado?
- ¿Tú estás de coña, o qué?
Pese a las altas dosis de galleguismo de la edición de Anagrama, el libro me está gustando bastante, casi tanto como la peli o la banda de sonido. Sin dudas, es una gran pieza pop.
domingo, 17 de abril de 2011
Libros al azar
Una vez leídos los dos, ¡apenas dos!, libros de ficción que pudimos traer desde Argentina, comenzó la era de los libros al azar.
Me prestaron Atlas de geografía humana, de Almudena Grandes. Leí hace unos años Las edades de Lulú y me gustó mucho. Una amiga española me regaló el año pasado El corazón helado y me gustó mucho cuando habla sobre la guerra civil española. Le creí a aquellos personajes, me resultaron bastante verosímiles. También me interesó el vínculo de los personajes contemporáneos con sus antepasados, el trabajo de develar sus historias. Pero su historia de amor se me hizo larga y aburrida, forzada, mientras que la parte épica de la República fluía con naturalidad. Lo recomendé y lo regalé, pero me quedaron mis reparos hacia Almudena. Mejor dicho, hacia su literatura, porque ella me cae genial y más ahora que está tan comprometida con la lucha contra la impunidad del régimen franquista. ¡No pasarán, Almudena! Pero Atlas de geografía humana me está venciendo. Creo que en cualquier momento lo abandono, aún sabiendo que tengo tan poca ficción para leer en castellano.
La novela cuenta la historia de cuatro mujeres que trabajan juntas en una editorial. Las cuatro atraviesan la crisis de los 30, tironeadas entre vocaciones postergadas, hijos demandantes, maridos que ya no las quieren o que ya no quieren, deseos sexuales insatisfechos... nada que una redactora de la Cosmo no pueda imaginar. Los cuatro relatos en primera persona se suceden y confunden, porque todas hablan igual. Una decisión muy extraña. ¿Habrá querido sugerir Almudena que en un punto son todas iguales? Y si es así, ¿para qué? No lo entiendo.
Lo peor son las partes hot, porque todas cogen o quieren coger. Las cuatro adoptan un lirismo porno soft para hablar del Amante que, queriendo ser poético, se vuelve rídiculo. Es literatura para mujeres, me había dicho L. con un desprecio tan infinito que ni siquiera era a propósito. Y, una vez más, nuestra gurú de Mannheim tuvo razón.
Almudena querida: no, no y no. Capaz que un día la vida nos reúne en una misma trinchera y me va a dar mucha vergüenza y culpa haber escrito esto, pero Atlas de geografía humana es lo peor que te leí y me saca las ganas de darte otra oportunidad.
Me prestaron Atlas de geografía humana, de Almudena Grandes. Leí hace unos años Las edades de Lulú y me gustó mucho. Una amiga española me regaló el año pasado El corazón helado y me gustó mucho cuando habla sobre la guerra civil española. Le creí a aquellos personajes, me resultaron bastante verosímiles. También me interesó el vínculo de los personajes contemporáneos con sus antepasados, el trabajo de develar sus historias. Pero su historia de amor se me hizo larga y aburrida, forzada, mientras que la parte épica de la República fluía con naturalidad. Lo recomendé y lo regalé, pero me quedaron mis reparos hacia Almudena. Mejor dicho, hacia su literatura, porque ella me cae genial y más ahora que está tan comprometida con la lucha contra la impunidad del régimen franquista. ¡No pasarán, Almudena! Pero Atlas de geografía humana me está venciendo. Creo que en cualquier momento lo abandono, aún sabiendo que tengo tan poca ficción para leer en castellano.
La novela cuenta la historia de cuatro mujeres que trabajan juntas en una editorial. Las cuatro atraviesan la crisis de los 30, tironeadas entre vocaciones postergadas, hijos demandantes, maridos que ya no las quieren o que ya no quieren, deseos sexuales insatisfechos... nada que una redactora de la Cosmo no pueda imaginar. Los cuatro relatos en primera persona se suceden y confunden, porque todas hablan igual. Una decisión muy extraña. ¿Habrá querido sugerir Almudena que en un punto son todas iguales? Y si es así, ¿para qué? No lo entiendo.
Lo peor son las partes hot, porque todas cogen o quieren coger. Las cuatro adoptan un lirismo porno soft para hablar del Amante que, queriendo ser poético, se vuelve rídiculo. Es literatura para mujeres, me había dicho L. con un desprecio tan infinito que ni siquiera era a propósito. Y, una vez más, nuestra gurú de Mannheim tuvo razón.
Almudena querida: no, no y no. Capaz que un día la vida nos reúne en una misma trinchera y me va a dar mucha vergüenza y culpa haber escrito esto, pero Atlas de geografía humana es lo peor que te leí y me saca las ganas de darte otra oportunidad.
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