domingo, 5 de junio de 2011

Días 2 y 3 por las rutas italianas

En Marta nos enteramos de que estábamos en zona de aguas termales. En Viterbo, por ejemplo, varios hoteles cinco estrellas ofrecían baños termales. Pero también nos comentó la gente del hotel, muy simpáticos, como ya comenté, que había una pileta pública. Las instrucciones para llegar no eran sencillas: no estaba señalizado, había que ir en dirección a Viterbo y doblar cuando viéramos un camino blanco con una casa blanca con un árbol en el medio. Fuimos hasta Viterbo, volvimos, volvimos a volver y la tercera fue la vencida. Más por intuición que por haber visto la casa con el árbol (que ni era blanca ni estaba a la vista desde la ruta), doblamos por un camino blanco que nos llevó a un parking de casas rodantes detrás del cual estaban las piletas termales. Éramos las únicas turistas y los tanos nos preguntaron cómo nos habíamos enterado de la existencia del lugar. Aguante el turismo popular. No sacamos fotos. El poputurismo no es muy fotogénico.

Próxima parada: Bolsena. A orillas del mismo lago que Marta. Llegamos con lluvia y pasado el mediodía y estaba todo cerrado. Comimos un sanguchito, en mi caso de jamón crudo, para levantar la presión después del baño termal, y salimos a recorrer el barrio medieval. Mientras tanto, empezaba a despabilarse otra vez la ciudad.








En un mercado de artesanías nos hicimos amigas de un vendedor de bijou que enseguida se declaró "de sinistra" y nos enseñó a decir que "siamo compagni". De parte de él escuché el primer y demorado "¿Argentina? ¡Maradona!". También nos pusimos a charlar con un jubilado que por hobbie hace canastos en mimbre trenzado y que nos habló, con la misma pasión, del Miracolo Eucarístico ocurrido en el 1200 en Bolsena y de Antonio Gramsci, que para mi sorpresa y alegría está presente en las calles de varias de las ciudades que vamos conociendo.

Orvieto: De esta ciudad teníamos el dato pintoresco de que estaba construida en lo alto de la montaña sobre una roca. Razón suficiente para ir a visitarla. Este viaje es así, improvisado, flexible, caprichoso. A Tuscania llegamos de casualidad, en Marta nos quedamos porque el GPS se negó a sacarnos de ahí y Orvieto, bueno, Orvieto está sobre una roca.

Cautivadas por su nombre, nos alojamos en el exclusivo Hotel Posta:








¡Oh, sí, en Italia hay bidet! En Alemania, no.




El sábado a la mañana hubo feria y compramos la vianda para el picnic, pero me quedo con el mercado en Mannheim, martes, jueves y sábado en Marktplatz, ya lo saben.




Tenemos varias fotos de Ana abrazada con comerciantes. Los italianos desempeñan su papel de italianos a la perfección y son mayormente simpáticos, expansivos, cariñosos... y toquetones. Fíjense este señor cómo agarra:



Lau y yo la flasheamos mucho con la basílica de Orvieto y sus fachadas laterales (¿estará bien dicho?) a rayas:








Hasta un museo de la faina tiene Orvieto:


De Orvieto partimos hacia Cortona, que Ana quería visitar por la simple razón de que aquí se filmó "Bajo el sol de Toscana". En la ruta nos agarró la tormenta y decidimos hacer noche acá.

2 comentarios:

  1. que onda la habitación??? el bidet lo usamos mientras el de la cama de al lado mira la tele... así como si nada??????? tenían que ser tanos, brutos

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