miércoles, 8 de junio de 2011

Bajo la lluvia de Toscana

En Cortona dijimos: basta de viajar todos los días y conocer tres pueblos por jornada. Y nos quedamos dos noches. Nos alojamos en el Hotel San Luca, gente amable e internet a un precio digno, aunque el tongo de cobrarte internet aparte en un cuatro estrellas es cosa que no se entiende. El hotel tiene seis pisos... hacia abajo, porque está en lo alto de la montaña. Digo, por comentar algo.

A pesar de que nos tocaron días lluviosos, le pusimos mucha voluntad y recorrimos la ciudad y sus alrededores. Por suerte la tormenta no llegó a la mañana, como nos habían dicho. Subimos el Via Crucis hasta la iglesia de Santa Margherita, a la que no le sacamos fotos porque somos unas judías desaprensivas.


En cambio sí le sacamos fotos a una fortaleza cercana y al horóscopo etrusco:





Amapolas silvestres. Nos acompañaron todo el camino. En Heidelberg también hay. En Mannheim no, en Mannheim hay fábricas.

Bajamos por un caminito interior que nos mostró una Cortona más real, porque la calle principal y las plazas del centro (centrito) son muy turísticas.


En esta fábrica de pastas me quise comprar todo:


Almorzamos acá:


- La carta sono io - dijo Angelo, el dueño. Y nos ofreció pasta, obvio. Comí pasta todos los días. Es mi comida preferida y estaba en Italia, ¿qué otra cosa iba a hacer?

Angelo hacía chistes todo el tiempo y los comensales de las cuatro o cinco mesas nos reíamos como si fuéramos todos una gran familia compartiendo el almuerzo. Cliché, but true. A él le escuché el primer "¿Argentina? ¡Messi!". Día 6 en Italia, pésima estadística, baño de humildad para los argentinos.




La señora de Angelo está a cargo de la cocina y es su opuesto: tímida y tranquila.

ADVERTENCIA MUY IMPORTANTE SOBRE EL CAFÉ: En Italia, si pedís un café, te traen este veneno mortal:


Para opciones más cercanas a nuestro paladar, se recomienda pedir café americano, que es lo mismo pero con acqua calda, que puede venir ya agregada o aparte, en una lecherita.

A la tarde presenciamos un evento que nos trajo muchas contradicciones ideológicas: una especie de torneo medieval. Los habitantes de Cortona se ponen trajes como los del Medioevo, desfilan y compiten. No creo que lo hagan todos los domingo; me parece que fue con motivo de la fiesta de la ascensión de la Virgen, aunque no le veo la relación.


Vean qué feminista la señora de anteojos vestida de hombre. ¿Ah, no? Bueh, me equivoqué.






Políticamente correcto: la plebe, con su vestimenta cero glamour, también está representada.




El concurso de tiro al blanco con ballesta lo bancamos en exceso, en la esperanza de que en algún momento pasara algo más, pero no pasó. Tambores, clarines, silencio, concentración, tiro, aplausos en las gradas en las que estaban los familiares y amigos de los competidores y anuncio de los puntos por parte de un bufón con menos gracia que Tinelli. Para colmo, llovía. Partimos a buscar una panadería, ya definitivamente entregadas a los carbohidratos.

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