sábado, 7 de mayo de 2011

Somos contentos a Mannheim

Lo bueno de vivir en el corazón de Turquía, Mannheim: el kiosco abierto hasta tarde, los locales de kebap, los vecinos que ponen música y hablan fuerte en los balcones (y por lo tanto no llaman a la policía cuando nosotros ponemos música o hablamos fuerte en la terraza), los chicos que corren y juegan en los patios vecinos, la gente en la calle haciendo nada, los vuelos baratos a Estambul que invitan a soñar, los morochos ready for love las 24 horas del día (les rompen el orto a los turistas metrosexuales de Heidelberg, siempre con cara de frío), las masitas almibaradas que todavía no probamos.


Lo malo de vivir en el corazón de Turquía, Mannheim: los cantantes melódicos turcos a todo volumen los fines de semana, que no estamos oyendo nada de alemán y así nunca vamos a aprender, los chicos que corren y juegan y gritan en los patios vecinos, los machistas que cuando vamos con Jose al super o a comer, no me miran, ni me hablan ni me devuelven el saludo, el humo de cigarrillo y las colillas en el piso, a montones.

Como verán, la primera lista es más extensa. Somos contentos (hablar castellano como extranjeros es el chiste que causa furor en este momento).

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